"La siesta es un período en el que el
cerebro precisa de un breve
descanso (entre las dos y las cuatro de la tarde). Por eso, tenemos
sueño en este periodo de tiempo. La digestión produce un pequeño estado de
sueño que se une a la siesta", afirma el conocido neurofisiólogo Eduard Estivill, quien acredita que
"la siesta para los niños hasta
los cinco años es imprescindible".
Los expertos insisten que el sueño de los
niños es tan importante cuánto su alimentación. Al dormir, los niños reponen
energías y se relajan al mismo tiempo. El hábito de la siesta, es fundamental
para su desarrollo.
Por esta razón, los padres deben insistir a que sus hijos hagan siesta por lo
menos, según los expertos, en los cinco primeros años de vida.
Con el
acelerado desarrollo físico y mental que experimentan los niños durante la
primera infancia, las siestas proporcionan al cuerpo y a la mente el tiempo de
descanso que necesitan para crecer y reponer fuerzas.
Las siestas
también impiden que los niños lleguen a estados de agotamiento, algo que no
solo repercute negativamente sobre su estado de ánimo sino que les dificulta
conciliar el sueño por la noche.
A muchos padres les preocupa que el hecho de que sus hijos hagan la siesta
durante el día pueda interferir con su patrón de sueño nocturno, dificultando
que concilien en sueño por las noches. Pero, antes de eliminar completamente
las siestas en un intento de que su hijo llegue a las noches agotado, para que
concilie mejor el sueño, considere lo siguiente: los niños que han descansado
por la tarde se tranquilizan más deprisa por la noche que los que están
completamente agotados.
Los niños que se acuestan por las noches demasiado cansados, por no haber
hecho siesta, suelen estar demasiado
activados, nerviosos e inquietos, les cuesta mucho tranquilizarse para poder
conciliar el sueño y son más proclives a despertarse a media noche.
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